La falta de hinchas
¿Acaso a nadie le importa?
¿Dónde están los espectadores?
Esa es la pregunta que atormenta a este observador a medida que la temporada normal de fútbol y voleibol llega a su final y empiezan las finales. De cierta manera, hasta ahora los partidos han tenido de todo – juegos jugados con destreza y espíritu, la emoción de la victoria, la agonía de la derrota.
Parece una pena que casi nadie ha estado allí para verlo.
Hace poco el Fotógrafo del Colegio Internacional, Jonatan Muñoz, me informó que tenía unas fotografías geniales de los muchachos en partidos de fútbol colegiales y de las chicas en partidos de voleibol colegiales entre Internacional y Cambridge los cuales, añadió, “fueron los mejores partidos que vi este año.” Por cierto, quizás hayan sido los eventos deportivos más emocionantes jugados en Santa Cruz este año.
Y las fotografías de la acción continua fueron geniales. (Hay varios colocados en este blog y uno salió en El Deber el lunes.) Pero si uno observaba el fondo, podía ver que virtualmente no había nadie de ninguna de los dos colegios, Internacional o Cambridge, observando el partido. No había estudiantes, ni plantel docente y, lo más llamativo de todo, ningún padre.
La situación no es demasiado diferente en el Colegio Americano, sino es un poco más vergonzoso. El Colegio Americano tiene porristas, pero a menudo hay más porristas en el campo que gente en las graderías a quienes dirigir.
De los cuatro colegios en la conferencia, sólo Christian Learning es capaz de atraer un público decente, posiblemente debido a que muchos de sus padres son norteamericanos quienes fueron educados para comprender cuán importante son los deportes y la participación de los hinchas para un colegio.
Este editorial, que no representa una política de la liga, se escribe con la esperanza de que más personas comprenderán el significado de los deportes si les comentamos acerca del tema.
Los partidos mismos y sus resultados son sólo una parte del todo. Y el efecto que pueden tener los deportes en fortalecer el espíritu de un colegio es apenas un aspecto de su valor. Más importante es la manera en que se fortalece el sentido de “comunidad” de un colegio al reunirse para eventos deportivos.
Los profesores y los estudiantes se encuentran en un ambiente más abierto, fuera del régimen a menudo formal del aula. Los padres y maestros llegan a conocerse en una manera mucho más eficaz a través de la experiencia compartida en los deportes de lo que logran en las conferencias periódicas de 15 minutos.
Los deportes también pueden ser un incentivo importante para los estudiantes en el aula, hasta el alcance que algunos estudiantes podrían sentirse motivados para mantener buenas notas para seguir siendo académicamente elegibles para jugar. En un punto este año, toda una mitad del equipo de fútbol del colegio no era elegible para jugar debido a sus malas notas. Se escuchó a la madre del capitán del equipo preguntarse en voz alta si esos estudiantes se daban cuenta que “no sólo se están lastimando a sí mismos, están lastimando al equipo.”
Sin embargo, dado que la comunidad colegial no parecía valorar mucho al equipo, los estudiantes que rendían menos de lo esperado no parecían preocuparse por lastimar a sus compañeros de equipo y deshonrar a su colegio.
Por cierto, se puede hacer demasiado hincapié en los deportes, aunque no hay ningún indicio de que la SCISL está ni siquiera cerca de ese punto. Al no perder de vista la dimensión de los deportes, ayuda a fortalecer el carácter, impartir un sentido de espíritu deportivo e inculcar la propensión por jugar en equipo. Estos son un adorno valioso en la solicitud que el alumno presenta a la universidad. Pero no sirven si no hay nadie en las graderías para apreciar los esfuerzos y las destrezas que demuestran.
-- David Boldt, SCISL Weblog
The lack of fans
Doesn’t anybody care?
Where are the spectators?
That’s the question that gnaws at this observer as the regular season of soccer and volleyball games comes to an end and the playoff tournaments begin. In certain ways the games so far have had everything – skilled and spirited play, the thrill of victory, the agony of defeat.
It seems a shame that almost no one has been there to see it.
International School Photographer Jonatan Muñoz recently reported to me that he had some terrific pictures of the boys varsity soccer game and girls varsity volleyball game between International and Cambridge, which were, he added, “the best games I´ve seen this year.” Indeed, they may have been the most exciting sports events played in Santa Cruz this year.
And the pictures of the non-stop action were great. (Several are on display on this weblog, and one appeared in El Deber Monday.) But if one looked in the background one could see that there was virtually no one from either school, International or Cambridge, on hand to watch. No students, no faculty, and, most conspicuously, no parents.
The situation is not much different at Co-operative School, but a little more embarrassing. Co-operative has a cheer leading squad, but often there are more cheerleaders on the field than people in the stands for them to lead.
Of the four schools in the conference, only Christian Learning is capable of turning out a decent crowd, possibly because many of its parents are North Americans who have been brought up to understand how important sports and fan participation can be for a school.
This editorial, which does not represent league policy, is written in hopes that more people will understand the significance of sports if they are told about it.
The games themselves, and their outcomes, are only part of the picture. And the effect sports can have in building school spirit is just one aspect of their value. More important is the way in which coming together for sports events builds a school’s sense of “community.”
Teachers and students encounter one another in a more open environment outside of the often formal regimen of the classroom. Parents and teachers get to know one another through the shared experience of sports much more effectively than they do in periodic 15-minute conferences.
Sports can also be an important incentive for students in the classroom to the extent that some students may be motivated to keep their grades up to remain academically eligible to play. At one point this year fully half of one school’s soccer team was ineligible to play because of bad grades, The mother of the team captain was heard to wonder aloud whether those students realized “they are not only hurting themselves, they are hurting the team.”
However, since the school community didn’t seem to value the team much, the underperforming students didn’t seem concerned that they were hurting their teammates and dishonoring their school.
Sports, to be sure, can be overemphasized, though there’s no indication that SCISL is anywhere near that point. Kept in perspective, sports help build character, impart a sense of sportsmanship, and inculcate a propensity for team play. They are a valuable adornment to a student’s college application. But they don’t do their job if there’s no one in the stands to appreciate the effort and skills put on display.
The playoffs are starting. They promise to be a great show. Come and see it. You won’t be sorry.
-- David Boldt, SCISL weblog